Qué es la Web3
Los seres humanos somos muy dados a etiquetarlo todo: el carácter de nuestros amigos, las fotografías del último viaje, las generaciones [1] (Baby Boom, X, Y, Z, Alfa), y también, cómo no, la evolución de tecnologías tan impactantes en la sociedad como internet. ¿Por qué son tan importantes para nosotros las etiquetas? Probablemente no lo son tanto, pero nos permiten orientarnos referenciando nuestra realidad a un esquema o patrón que nos dirija a nosotros mismos en el camino de nuestra elección y la comprensión del mundo que nos rodea.
Comenzando por el final para ahorrarte leer todo el texto si tienes poco tiempo (te invito a leerlo todo, por supuesto), el concepto Web3 es aún hoy difuso, en tanto se está construyendo, evolucionando a medida que se desenvuelve, y también tiene detractores que niegan su realidad en manifestaciones concretas. El término fue acuñado en 2014 por Gavin Wood [2], uno de los fundadores de la red Ethereum [3] junto a Vitalik Buterin, aunque no ha sido hasta 2021 que el término ha ganado tracción en medios de masas.
Al grano: la Web3 quiere ser el siguiente estadio en la evolución de internet, caracterizada por un alto grado de inmersión y descentralización gracias al empleo de la revolucionaria tecnología de la blockchain y otras relacionadas con el 3D y la «realidad extendida». Hablaré más sobre ello río abajo, pero antes tenemos que ponernos de acuerdo en cómo llamarla, porque hay quienes a la Web3 (escrita así, sin espacio intermedio) la llaman indistintamente “Web 3.0”.
En el momento de surgir la web en 1991 y en los años sucesivos, gracias a Tim Berners-Lee, a nadie se le ocurrió llamarla “Web 1.0” por motivos evidentes. No es hasta 2004 que comenzamos a oír hablar del término “Web 2.0” [4] gracias a la decisiva conferencia ofrecida por Tim O’Reilly y Dale Dougherty de O’Reilly Media, sobre un concepto inventado por Darcy DiNucci [5] en 1999. Y este concepto, la llamada web social o web participativa, descansa en aspectos relativos a la forma en que se venían construyendo los sitios web del momento y las funcionalidades que ofrecían, destacando las contenidas en las primeras redes sociales, los blogs y las wikis, entre otras novedades, en contraposición al estatismo de los primeros años de la World Wide Web (ya nadie la llama así, ¿no es cierto?), y a ciertas poderosas ideas que estoy seguro conocerás bien: la larga cola, la eterna beta, la inteligencia colectiva, etc., que supondrían en su conjunto un nuevo paradigma de diseño y desarrollo de esos, por entonces, nuevos servicios digitales.
Por su parte, el término Web Semántica [6] se ha identificado desde hace años con “Web 3.0” y fue acuñado por Berners-Lee en 1999 para referirse a una red de contenido en la que el significado puede ser procesado por máquinas. Nada que ver con la esperada siguiente fase de evolución de la web enormemente descentralizada y basada en la tecnología blockchain a la que me refiero en este artículo. Si te parece, como convención entre tú y yo, querido lector, dejaremos Web 3.0 a la web semántica y usaremos Web3 para referirnos a esta siguiente etapa cuyas características compartiremos a continuación, aunque la propia Web3 Foundation emplea el término Web 3.0 en ocasiones.
Evolución de la web desde 1991 hasta la actualidad
Para contraponer las características de la incipiente Web3 sobre las que escribiré más adelante, veamos algunas notas relativas a la “Web1” y la “Web2” (evidentemente nadie las llama así, pero espero que esto nos ayude a aclarar un poco más el tema).
La Web1 haría referencia al período comprendido entre 1991 y 2004, el nacimiento y niñez de la World Wide Web: un sistema de lectura-escritura de información y contenidos consumidos en el navegador (sobre un ordenador personal) y basados en el hipertexto. Una web, atención, descentralizada proveniente del universo universitario (y militar), ajena a los poderes establecidos y las grandes empresas, y cuyo control está exclusivamente en manos de sus usuarios y operadores de la red. En esta época surgen los patrones básicos del comportamiento en red (netiqueta [7]), el consumo de información (navegar) y los primeros estándares de usabilidad (en especial las guías para un buen diseño de la información propuestas por expertos como Jakob Nielsen [8] y Steve Krug [9], entre otros pioneros). Surge el marketing digital (principalmente banners) y asoman los primeros procesos transaccionales efectivos (sí, Amazon no abrió sus puertas ayer): los buscadores de productos, el carrito de la compra y el checkout, la lista de deseos, las comparativas y las recomendaciones, las valoraciones del usuario, y un larguísimo etcétera. Los usuarios fueron, conscientes de ello o no, early adopters de un mundo por construir. Hasta el despegue masivo de la Web2.
Aunque en 1997 vio la luz la web SixDegrees, considerada la primera red social que permitía poner en contacto a personas agrupándolas según el grado de relación que tuvieran para que interactuaran a través del envío de mensajes [10], no será hasta la primera década del siglo XXI cuando las redes sociales se abren paso y fundan la Web2, inaugurando un nuevo ciclo entre 2004 y 2020: Fotolog en 2002, MySpace, Second Life y Hi5 en 2003 y Orkut y Facebook en 2004. Pero visto todo ello desde nuestra atalaya en 2022 quizá no hayan sido las redes sociales el aspecto más significativo de la Web2 (ojo, sí podrían serlo para la Web 2.0), sino la “web móvil”. La presentación del primer iPhone [11] hace ahora nada menos que 15 años, el 9 de enero de 2007, y la adopción de Android como sistema operativo para los móviles de un amplio conjunto de fabricantes de terminales a partir de ese mismo año marcan el comienzo del empleo móvil de internet a través de sus apps y la “movilización” de toda la web existente gracias a paradigmas de diseño como el responsive, permitiendo la entrada masiva a varios miles de millones de nuevos usuarios de todo el mundo a internet, al que hasta ese momento no tienen acceso. No quiero que estas menciones hagan sombra a los esfuerzos de muchas otras empresas, organizaciones y estándares por construir y desarrollar la internet móvil, simplemente destacar algunas de las grandes contribuciones de esta época.
Es precisamente la web móvil la que amplía enormemente el alcance de los servicios ofrecidos a una gran parte de la población mundial a través de nuevos modelos (la economía de las apps, el surgimiento del pago de contenidos por suscripción, el streaming, la economía compartida…) al mismo tiempo que fortalece una situación contra la que se opone frontalmente, o quiere hacerlo, la incipiente Web 3: la concentración del poder de la red en las manos de unos cuantos gigantes (sólo mencionaré a los GAFAM norteamericanos: Google, Amazon, Facebook, Apple, y Microsoft). La web entonces se centraliza, en oposición al carácter descentralizado de la primera época, y el control abandona a sus usuarios para pasar a las grandes corporaciones (a salvo de la deep web [12], salvaje y libertaria, no indexada pero parte de internet, al final).
Así, comenzando con una Web1 incipiente, descentralizada, estática y basada en el consumo de información con ordenadores “de escritorio” y la posterior Web2 móvil, social, colaborativa, centralizada y repleta de nuevos modelos de negocio como la economía compartida, la suscripción, el streaming y las apps, llegamos a una nueva etapa que podría surgir en torno al año 2020, aunque sólo el tiempo dirá si la fecha de inicio significativa es esta o anterior, puesto que al final todos los patrones que estamos repasando se superponen. La Web3, caracterizada por basarse en una tecnología revolucionaria, la blockchain, que surge del trabajo seminal de Satoshi Nakamoto en 2008 [13], quiere ser descentralizada, autónoma, anónima, experiencial e inmersiva, devolviendo el control a los creadores de contenido y a los usuarios. Más sobre estos caracteres de la Web3 en el segmento final de este artículo.
Qué quiere ser la Web3 de mayor
Si tenemos que marcar un año de nacimiento para la Web3, algo siempre discutido y discutible, podríamos argumentar que el 2008 fue clave para su surgimiento, aunque no es hasta la década de los 20 que el concepto empieza a calar con la aparición de proyectos diversos: en octubre de ese año Satoshi Nakamoto (todavía no sabemos si se trata de una persona o un grupo de ellas) publicó el paper en el que se presentaba el Bitcoin al mundo. Lo relevante de este anuncio fue la introducción de una nueva tecnología en el ámbito de la computación contable descentralizada (DLT, Decentralised Ledger Technology), llamada blockchain, probablemente el avance más significativo de los últimos años en el sector de las TI y que más impacto pueda traer a nuestra sociedad en la próxima década.
No es el tema de este artículo el blockchain ni sus características, así que no me detendré en ello. Pero lo que sí diré es que esta nueva tecnología es la clave para la construcción de la Web3, puesto que de ella se desprenden los principales casos de uso que la están conformando, y sin ella no es posible entender lo que está ocurriendo ni atisbar su futuro. También conviene recordar que Bitcoin no es blockchain, y que criptomonedas, tokens, DAOs, DeFis, POAPs o las dApps son ejemplos de aplicaciones de la tecnología blockchain, habiendo otras y esperándose la aparición de muchas más en el futuro.
La Web3 Foundation [14], cuyo fundador es el mismo Wood ya mencionado, declara apoyar el desarrollo de nuevas aplicaciones que desemboquen en la creación de protocolos software para la web descentralizada del futuro, más justa que la actual y en la que sus usuarios controlan sus propios datos, su identidad y el propio destino de la web, en la que las transacciones globales son seguras y los intercambios de información y de valor son descentralizados, no gobernados por las grandes corporaciones (tecnológicas, financieras, gubernamentales o de otra índole). Esta es la visión del futuro de la Web3 que podemos tomar como referencia para entender qué será cuando crezca y madure, o al menos es la que comparte una buena parte de la comunidad que está trabajando por su desarrollo.
Los proyectos que actualmente está apoyando la Web3 Foundation son Polkadot (su buque insignia y el primer protocolo que proporciona un entorno seguro para la interoperabilidad entre una amplia variedad de blockchains), Kusama, XCMP, Web3MOOC y el Web3 Summit. De estos y otros proyectos de cuya relevancia ya se están haciendo eco los medios de comunicación [15] pueden extraerse varias características que pueden ayudarnos a comprender mejor cómo será la Web3:
1. Descentralizada: en contraposición a la web controlada por los gigantes GAFAM y otras grandes corporaciones, la Web3 quiere devolver el control y su gobernanza a sus usuarios, desarrolladores y creadores de contenido. Al estar basada en redes y protocolos propios de la blockchain, ofrecerá sofisticados sistemas de gobierno en los que cada participante contará con voz propia, permitiendo que su evolución refleje el sentido que las comunidades que la conformen quieran darle, y evitando situaciones de estancamiento que sólo unos pocos agentes puedan controlar. No obstante, este es uno de los puntos más debatidos de la naturaleza de esto que empezamos a llamar Web3, y no sólo no hay un consenso acerca del grado de descentralización versus centralización que sería conveniente, sino que es evidente que ya hay poderosas fuerzas en juego que están tratando de evitar que el nivel de descentralización que pueda llegar a alcanzarse desestabilice el statu quo actual para las empresas más poderosas del sector.
2. Anónima: huyendo del actual paradigma marketiniano de la web actual, en la que los datos de los usuarios son extractados de sus acciones y comportamientos con los cuales se construyen perfiles comercializados de forma incansable, la Web3 permitirá a las personas disfrutar de servicios avanzados sin comprometer su privacidad gracias a tokens no fungibles (NFTs) y aplicaciones descentralizadas (dApps). La otra cara de la moneda será la posibilidad para empresas y todo tipo de agentes económicos de intervenir en el mercado también desde la seguridad de un anonimato avanzado, al menos en lo que se refiere a su operativa, propiedad intelectual, cartera de clientes y su identidad, y tantos otros elementos que hoy día son susceptibles de ser atacados por terceros de mala fe.
3. Autónoma: inteligencia artificial y contratos inteligentes sobre la blockchain (smart contracts) en las manos de sus usuarios, ya sean personas o entidades jurídicas, facilitarán la solución de problemas y la satisfacción de necesidades de forma totalmente automatizada. Imagina pedir a tu asistente que acuda al mercado mundial de tokens buscando un billete de avión al mejor precio posible, y dándole autonomía para cerrar la compra por debajo de un precio que ha sido valorado por ti como el más alto que estás dispuesto a pagar por viajar de A a B en una fecha cierta, o en un rango de fechas, en un mercado globalizado en el que los billetes de transporte han sido acuñados o “tokenizados” como activos digitales que permiten trasladar la propiedad de un titular al siguiente en cualquier momento. El número de nuevos modelos de negocio posibles es enorme en la Web3. Por otra parte la aparición de organizaciones autónomas descentralizadas (DAO es el acrónimo de Decentralized Autonomous Organization, cuyo primer gran ejemplo fue «The DAO») permiten a una comunidad perseguir sus fines mediante esos programas de ordenador llamados contratos inteligentes de forma automatizada, dirigida a través de reglas codificadas en la blockchain que no pueden obviarse.
4. Experiencial: gran parte de la ampliación de los servicios ofrecidos por la Web3 provendrá de la fusión de muchos de los actuales con las posibilidades de la incipiente XR (eXtended Reality [16]), cuyos protocolos de interoperabilidad están ya siendo creados (OpenXR y WebXR) para permitir el acceso abierto a plataformas y dispositivos de realidad aumentada y realidad virtual, así como permitir a las aplicaciones basadas en web interactuar con ellos. De esta forma, el consumo de servicios basado en los paradigmas ya conocidos de “navegación” y “uso de apps” podrá evolucionar a uno diferente, más vivencial y basado en la experiencia individual de cada usuario, representado por un avatar interoperable en la nueva Web3.
5. Inmersiva: ese mismo carácter experiencial de la Web3 la llevará a abrir puertas hacia el metaverso, ese aún hoy soñado espacio digital (hoy día existen mundos virtuales mal llamados “metaversos”, en plural) compartido por todos sus usuarios en los que será posible interactuar con los demás a través de nuestro avatar mediante realidad virtual, realidad aumentada y, por qué no, nuestro navegador web o las aplicaciones de nuestro móvil. Esos mismos nuevos servicios de la Web3 serán accesibles desde el metaverso, y al revés, la Web3 ofrecerá el acceso al metaverso como hoy ya hacen algunas de las llamadas “pasarelas” o gateways como Roblox o Decentraland. Si quieres conocer algo más sobre el metaverso, te invito a leer mi anterior artículo ¿Cómo será la Experiencia de Usuario en el metaverso? en el que analizo 10 de sus posibles características y su relación con la experiencia de uso de sus servicios.
Sin duda esta es solamente una visión más sobre la siguiente fase de evolución de la web, esa tecnología basada en su origen en un concepto tan sencillo y original al mismo tiempo como el hipertexto, y encontrarás muchas otras. En el momento en el que nos encontramos es imposible conocer todo el alcance de algo así, que de una forma u otra cambiará nuestras vidas y revolucionará la forma en la que nos relacionamos, aprendemos, trabajamos, hacemos negocios… como ya ha pasado antes, por otra parte. Es posible que en la década de los años 30 echemos la vista atrás y nos alegremos de haber vivido una década prodigiosa en estos años 20 cuyo tercer año comenzamos ahora con tanta energía e ilusión por lo que habremos de ver a continuación.
NOTA: Con el paso del tiempo la semántica con la que la industria se refiere a ciertos conceptos va cambiando. El concepto que en este artículo llamé «Web3» es hoy día más cercano al que la Comisión Europea llama «Web4.0», por ser más amplio que el que circunscribe el empleo de tecnologías descentralizadas en la Web, como la blockchain. Por ello no cambiaré la redacción de este texto escrito a principios de 2022, pero si quieres conocer más de la visión actual sobre la Web 4.0, te recomiendo que leas este otro artículo: Qué es la Web 4.0: inteligencia artificial y metaverso unidos – Novatierra | XR, IA, Web 4.0
[1] Generación – Wikipedia, la enciclopedia libre https://es.wikipedia.org/wiki/Generación
[2] Gavin Wood – Wikipedia https://en.wikipedia.org/wiki/Gavin_Wood
[3] Ethereum – Wikipedia https://en.wikipedia.org/wiki/Ethereum
[4] Web 2.0 – Wikipedia https://en.wikipedia.org/wiki/Web_2.0
[5] Darcy DiNucci – Wikipedia https://en.wikipedia.org/wiki/Darcy_DiNucci
[6] Semantic Web – Wikipedia https://en.wikipedia.org/wiki/Semantic_Web
[7] Etiquette in technology – Wikipedia https://en.wikipedia.org/wiki/Etiquette_in_technology#Netiquette
[8] Jakob Nielsen https://en.wikipedia.org/wiki/Jakob_Nielsen_(usability_consultant)
[9] Steve Krug – Wikipedia https://en.wikipedia.org/wiki/Steve_Krug
[10] SixDegrees.com – Wikipedia https://en.wikipedia.org/wiki/SixDegrees.com
[11] iPhone – Wikipedia https://en.wikipedia.org/wiki/IPhone
[12] Internet profunda – Wikipedia https://es.wikipedia.org/wiki/Internet_profunda
[13] Cadena de bloques https://es.wikipedia.org/wiki/Cadena_de_bloques
[14] Web3 Foundation https://web3.foundation/
[15] Entre muchos otros, el mercado mundial de NFTs, que no sólo se refiere al intercambio de obras de arte y diversos activos digitales sino a nuevos modelos de negocio como el ejemplificado por la venta de suscripciones anuales de la revista Time el pasado mes de septiembre; el creciente interés en la inversión en terrenos virtuales de pasarelas al metaverso como Decentraland y The Sandbox; las promesas de interoperabilidad de avatares como la de Gamium; la creación de estándares como OpenXR y WebXR; y los denodados esfuerzos de gigantes como Facebook (perdón, Meta) y Microsoft por no perder una posición de ventaja en la creación de esta nueva evolución la web.
[16] Extended reality https://en.wikipedia.org/wiki/Extended_reality
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